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Cerrado por vacaciones

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Después de haber visto las miles de fotos de los suertudos que ya estaban de vacaciones, después de haber saboreado mentalmente esos copazos que se tomaban y que tenían la poca vergüenza gentileza de subir a Instagram, después de unos meses de curro heavy metal (yeahhh), después de todo eso, por fin, AHORA ME TOCA A MÍ: ¡¡¡¡¡ME VOY DE VACACIONES!!!!! (Oe, oe, oe) Ahora seré yo la que haga fotos de esos momentos de "relaxing copón of ginebra con tónica", muajaja (toma, toma).

Creedme que las necesito (las vacaciones,digo, y puede que también las copas, jejeje), las necesito yo y las necesitamos como familia (nos morimos de ganas de pasar unos días con el peque tranquilamente -bueno, todo lo tranquilamente que podemos estar con un retoño de 20 meses-).

Quise, oh ilusa de mi, dejar programados posts (jajaja, lo que es la inocencia y la novatez), pero jarl, dejar cerrado todo para pirarme de vacaciones ha sido una tarea hercúlea, y eso con el calor no es bueno, y con un retoño sin guarde ya ni te cuento. Así que me he resignado y he aceptado que en agosto el blog estará catacroquer. Como soy pequeña y un poco gilipollilas moñis me dio por pensar: "¿Y si se olvidan de mi?". Y me ha dado cosica. Pero luego me he imaginado flotando como una morsa en el mar, después de haber leído (leer, leer!!! ¿no os parece un lujo?) unas cuantas paginitas de algún librito y tomado una cervecita (cuando uno se imagina cosas maravillosas es preciso usar el diminutivo, porque le da primor a la ensoñación), mientras Migordi juega entretenidamente en su piscinita custodiado por su amoroso padre, y la verdad, en esa imagen no encuentro el enchufe para enganchar el portátil y la tableta gráfica. ¿No os parece maravillosa la estampa? Yo lloro. También tengo una versión en el campito bueno de los abuelos, pero en esa tampoco hay enchufes.

Espero (mucho, mucho) que a la vuelta de estas ansiadas vacaciones sigáis ahí, amiguitos. Ya de paso desbarro del todo y me pongo a soltar cariñosismo por los poros y os digo que... ¡GRACIAS! Gracias por haber estado ahí, por comentar, compartir y por darme ese calorcito tan rico (calor que sienta genial, no como la tostanera que tenemos en Madrid desde hace semanas). Ni en el mejor de mis pronósticos imaginé una respuesta así: Me habéis dejado loca (y que eso lo diga una psicóloga es mucho, porque va con aval profesional). 

Ahora toca preparar maletas (cuando se tienen niños ya sabemos lo ligero que va uno) y hacerme con un arsenal de protectores solares factor 2.000.000, como decía Sarah Connor, porque no es que esté blanca, es que me han llamado de Ikea para ofrecerme un puesto como LED para iluminar una de sus tiendas. 


Lo dicho, gente guapa, ¡nos vemos en septiembre! Eso sí, seguiré rondando por Twitter e Instagram, porque... es que es muy entretenido!!! 

¿Y vosotras qué váis a hacer? ¿Cerráis por vacaciones finalmente? ¿Habéis programado posts? ¡Contadme para saber dónde cotillear! jijiji

Un besote de madre muy blanca con previsión de morenismo.



Coming soon

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El veranito (al menos el mío) se acaba... Y aunque a priori parece un mojón fabuloso, tiene sus cosas buenas, como volver a escribir y perpetrar dibus. Qué queréis que os diga, ¡lo he echado de menos! 

Pues eso, ¡la semana que viene en sus pantallas más chorradassabidurías cositas psicomámicas!


La vuelta al cole

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Bueno, niños y niñas de la vida, el verano definitivamente se ha ido al carajo se acaba, y con él se van las siestacas supremas (de baba y posterior indigestión, como debe ser), el relax, la calma, el descansar, las resacas por las fiestacas, los homenajes sin parangón... Ay, se van todas esas cosas que caracterizan las vacaciones de verano. LAS VACACIONES DE VERANO DE TU VECINO, digo, el que no tiene niños, porque lo que son las mías, de esto que cuento más bien poco (dejadme un momento para la queja, compartidla conmigo). 

Vaaaaaale, sí que he dormido algún día hasta tarde, sí que he salido de copichuelis con Mimaromo (y sin él), sí que he podido leer (ja) una mijita, pero vamos, nada que ver con las vacaciones del año pasado (con retoño de pocos meses, muy calmadito, que aún no andaba y gateaba leeeeentamente), y ni te digo con las de hace tres años (no retoño). 

Ahora bien, han sido memorables: entre campo, playa y montaña, Migordi ha ido mutando (más, y ya de manera definitiva e irreversible, me temo) en niño salvaje, muy muy salvaje, pero también feliz de la vida. Y claro, una que es madre y que lo ha tenido en sus entrañas (aprox.) pues disfruta con estas cosas como si de una siesta diaria de dos horas se tratase (jajajaja jajajaja jajajaja guiño, guiño). 

Total, que cuando tienes niños, al final, necesitas unas vacaciones de las vacaciones 
(y con esto me refiero a soledad, o como mucho, en un acto de amor sin precedentes, parejismo). 

Pero sabemos que eso es imposible. Lo sabemos nosotros y lo sabe el universo, es por elllllo (entre otros motivos, a parte de por aquello de formar a las nuevas generaciones, aportar cultura y esas cosillas*) que unos sabios inventaron el cole. 
*Entiendan el tono, porfaplis. 



Lo jodido de esto es que como las mamis luego somos todo ternura y amor, en el fondo nos da pena esto de separarnos de los retoños. Curioso. Síndrome de Estocolmo clásico, lo llamarían algunos. 

Es así, te entra un no sé qué...



Pero no pasa nada, todo se supera. Se supera exactamente en el momento en el que dispones, aunque sea el primer día, de cinco minutos para ti. Eso, amigos, es magia, ilusión, fantasía. Luego te entra la pena (y la culpa, y la culpaaaa, claro), y así hasta... Bueno, cada una lo gestiona como puede.

Y vosotras, ¿cómo lo lleváis? ¿Montadas en el carrusel? ¿Dominada la culpa? 

Yo, mañana, que Migordi empieza la Escuela Infantil (1 horita) voy a... Ay, yo voy a hacer lo que pueda. (Y sí, estoy algo nerviosa, pero creo que él se lo pasará genial -y yo también-).

Besos de madre pre-vuelta-al-cole.

PD: Este es el segundo año de Migordi en la Escuela Infantil, si quieres saber cómo me lo pasé viví el primero, puedes leerlo aquí: El periodo de adaptación a la Guarde/Escuela Infantil

Planificador de comidas imprimible

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Resulta que la vida es una cachonda, y un día estás pidiendo copichuelas nivel Massiel en un bar molón y de repente (a los 9 meses si ese día además tienes algo de mambo without globito -aprox.-) lo que estás pidiendo es el menú infantil en un restaurante. 

Una de las cosas que más ascoputo da cuesta de esto de ser padres es aprender a organizarse, especialmente con las comidas. Porque, seamos sinceros, antes de tener prole uno come lo que le sale del bongo, cuando le sale del bongo, con más o menos orden, y luego, si eso, el finde ya se pone uno estupendo y cocina cosas molonas, elaboradas y con una presentación en plan "me creo que estoy en Top Chef y tengo la mirada de Chicote clavá en la nuca". El equilibrio de verduras, huevos, pasta, carne... ¿Eso? ¡A ojo, claro! 

En mi caso no es que fuera un desastre del todo con las comidas (jajaja, ay, mamá, papá, si estáis leyendo esto no digáis ná, shhhhh, secretito), pero es verdad que con el lío de trabajo, la pereza de la muerte, y demás, pues qué queréis que os diga, Mimaromo y yo hacíamos lo que nos daba la gana podíamos, Y NO PASABA NADA. 

Pero sucede que cuando hay una vida pequeña que depende de ti la película cambia un poco para todo, y empieza una nueva etapa, la de "tenemos que comer bien". A priori no parece difícil, pero... jajajaja, cambiar el chip no es moco de pavo, y muchas veces te encuentras con una nevera "de solteros sin hijos" no apta para paladares y estomaguitos pequeños. Y esto sucede, normalmente, diez minutos antes de que sea la hora de comer, es decir, in extremis supremisquetecaguis

Cuando eso te ha pasado X veces, y has tenido que ir al súper, con pintas de loca de los gatos, en busca de algo sano y rápido, te planteas que quizá sea el momento de organizarse mejor. ¡Qué risa, eh! 

Como eso es imposible muy difícil, pensé que quizá si en vez de sentarnos con un folio en blanco delante, lo hacíamos ante un papelico con colores y chorraditas, lo mismo era más fácil tener éxito en nuestra misión (no hay que subestimar el poder de lo cuquimoni impreso). 

Total, que he hecho un planificador de comidas (tamaño folio) para empezar el nuevo curso con buen pie a nivel "comer", para hacer feliz a una nevera confusa, para ahorrar tiempo y quebraderos de cabeza, para ir al súper menos veces, pero más efectivas (y con pinta de ser humano decente), para ahorrar unos centimillos (porque esto es así, si te planificas se nota), para... Mira, para ver si podemos poner algo de orden, porque esa mirada de ciervo a punto de ser atropellado que se te queda cuando el otro te pregunta: ¿Has pensado algo para cenar? cuando son las ocho (y no, no has pensado nada, y no, el otro tampoco ha pensado en nada), es cómica pero letal. ¡Viva la organización!



Aquí os dejo el enlace para descargarlo, así por la cara, gratis del tó. Espero muy mucho que os mole, que os resulte útil, y que ayude a que la tasa de "cara-ciervismo" descienda drásticamente en vuestros hogares. Ya me contaréis qué tal.  

DESCARGAR PLANIFICADOR DE COMIDITAS DE LAPSICOMAMI EN COLOR (Aquí)

(Si te lo has descargado y te mola, que todo puede pasar, sería bonito que lo comentaras por ahí -en el trabajo, a tus amigüis, redes sociales, esas cosas-, o que le dieras a "Me gusta" en mi página de Facebook -aquí-. Por pedir... jijiji ¡Muchas gracias, primores!)
 
Instrucciones (modo madre): le das al enlace y se abre el documento. Arriba encontrarás los botoncicos para descargarlo o imprimirlo directamente. Le he dejado margen por si no te apetece darle a "ajustar impresión", pero lo mismo tu impresora (o la de la papelería) te lo hace solita.

EDITADO: Parece que hay quien ha tenido problemas para descargarlo desde el móvil, así que, al parecer, casi que mejor hacerlo desde un ordenador ;)

Como la vida está muy cara (y la tinta más) también he hecho una versión en blanco y negro, para los que lo prefiráis así.


¡Ah! Una cosa: Resulta que le he cogido el gustillo a esto de hacer cosas de organizarse y eso, y estoy preparando un planificador semanal(weekly planner suena como más pro, pero no me importa), y otras cositas, así que voy a poner una pestañita arriba en el menú (bajo la cabecera) que lleve directamente a los imprimibles (así es todo más fácil, digo yo).

Y vosotras, ¿cómo os organizáis con las comidas y la compra? ¿Váis sólo una vez al súper a la semana o tenéis que hacer viajitos varios? ¡Ay, qué cosas tiene esto de ser madre!

Besitos de madre organizadita (en proceso)

La primera salida sin retoño

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6 años: Es tu cumpleaños. Te regalan por fin ese tocador "biuti-fasion" que llevabas pidiendo eones, ése con muchos complementos chupis. Abres la caja con toda la emoción of the world y empiezas a jugar a maquillarte: ojos, labios, colorete (no sé cómo no se nos cae la piel a cachos con las "pinturas" estas), las uñas... Total, media hora. Y después de eso te preguntas:¿ahora qué más se hace con esto? Ya te lo digo yo: nada. Pero sigues haciendo el paripé para que tus padres no te tiren por la ventana después del porculo de lo pesada que te pusiste con el tocadorcito de los cojones. Notas una nueva sensación, la culpa: ya podías haber pedido otra cosa más barata, como te dijeron ellos. 

19 años: Junio. Exámenes en la universidad. Estás hasta el moño (literalmente, porque todas nos hacemos un moño para empollar bien) de estar sentada en esa silla mientras oyes a la gente hacer planes y salir. Deseas por encima de todas las cosas acabar y ser libre. Terminas el último examen. Te tiras en el sofá y no sabes qué hacer con tu vida. Te invade esa (ya familiar) sensación de que deberías estar currando en algo (¿por quéeeee pasa esto?): hola de nuevo, culpa. Pierdes dos días sintiéndote rara.

25 años: Por fin tienes vacaciones después de todo el año currando. No veías la hora de que llegaran. Pero el organismo (y nuestro querido cerebro -te amamos, cabroncete-) es un cachondo y hasta el segundo día no entra en modo vacaciones, 48 horas para relajarte y notar que no es un finde, que estás de vacas. Es decir, dos días al carajo, perdidos, caca. Qué alegría, ¿no?

Treinta y...: tu hijo ya tiene edad para quedarse una noche con los abuelos sin problemas. Has estado deseando ese momento desde hace meses. Saboreabas la idea, te deleitabas con ella. Desde que nació ha dormido bajo tu mismo techo (a veces bajo tu pecho) todas y cada una de las noches. Entonces llega el gran día. Os despedís de él. Camino al restaurante vais fantaseando con todo lo que la noche os depara. Entonces...



Pero, calma, no pasa nada. Es verdad que la primera noche es rara, la segunda rarilla, pero uno se va re-profesionalizando (es como montar en bicicleta) en esto de tener tiempo libre y poder ejercer de adulto. Tener una conversación con tu pareja (hablar y escuchar, ¿os acordáis?) sin tener que estar pendiente de si tu retoño se escoña detrás de la pelota, o de si tira TODO lo que hay en la mesa, o... bueno, sin todo eso, es alucinante. Puede que incluso os deis cuenta de que os gustáis y todo (cosas más raras se han visto).

Lo mejor es que, además de descansar y de darle chispa a la pareja, como en el fondo echas de menos a tu peque luego lo coges con unas ganas (renovadas) maravillosas. Le quieres hasta más, si es que eso es posible. Supongo que la naturaleza en su sabiduría extrema calculó bien este punto para garantizar, así, la perpetuación de la especie y su cordura.

Así que sí, es raro, te sientes raro, todo es raro, pero también sienta genial y es necesario de vez en cuando.

¿Cómo fue vuestra primera salida? ¿Y la primera noche sin el retoño? Decidme la verdad, ¿lo echásteis de menos? Jijijiji

Besos de madre relajada, disfrutona, y tierna perdía.

Mocos, muchos mocos

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Una madre me dijo que "el primer año de guarde/escuela no es que a veces estén malos, es que a veces están buenos". No he oído una verdad más grande en los días de mi vida (bueno sí, lo de que "las penas con pan son menos", y si es con donuts pues mejor que mejor). Migordi estuvo malo desde septiembre hasta junio-julio, aprox. (bronquios nos ha tocado), es decir, toooodo el curso. Y con él, y sus mocos, nosotros, y nuestros mocos. 

Aunque la maternidad nos hace escépticos en general, teníamos la esperanza de que este año no fuera tan mierder complicado en ese sentido. Si bien es cierto que (toco madera, cruzo los dedos y hago lo que haga falta) no estamos teniendo problemas de bronquios, el primer resfriado ha tardado exactamente tres días en llegar a nuestro hogar (e inundarlo con la marea blanca de kleenex clásica). ¡Toma! 

Otra mami me dijo: ¿Por qué te crees que a los niños se les llama mocosos? Pues otra verdad como un templo. Ains.

Y esto es todo lo que mi cerebro ahogao en mucosidad da de sí. Espero me disculpen la brevedad y la falta total de chispa. Aaaaachis! 

¿Cómo váis de mocos por ahí? Si no tenéis, nosotros os podemos enviar unas cuantas cajas... 

Besos de moco-madre

Organizador semanal Lapsicomami

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¡Buenos días de luneeeeees!

No sé qué es exactamente lo que nos pasa a algunas personas con el tema de la papelería, pero creo que no me equivoco si digo que somos legión los flipaos por estas cositas. A mí por lo menos me vuelven loca, desde niña. Empezar el cole o el instituto me molaba de por sí, pero es que el momento ir a comprar los bolis, la agenda, los cuadernos (ay, esos cuadernos en blanco esperando ser pintarrajeados con chorradas de adolescente rellenados con conocimientos fabulosos...!!!), ese momento era lo más. Y claro, eso no se quita con el tiempo, sólo empeora va a más.

Recuerdo una papelería que había en el centro de Málaga, cuando yo iba a la Uni, que era... ¡ay! ¡¡¡Era la tierra prometida!!! Para que os hagáis una idea, tenía toooodos los colores conocidos de rotus Edding colocados en una estantería... ¡ordenaditos por gama cromática! Eso era porno papeleril en toda regla.  

Total, que sí, que me gustan estas cosas. Y si encima resulta que son útiles pues mira, así todo queda justificado y no parezco una loca acumuladora, muajaja.

Yo uso siempre agenda (y calendario del móvil y post-it y todo lo que pille), pero hace un tiempo empecé a usar organizadores semanales de mesa, y la verdad es que son comodísimos, porque a un golpe de vista te haces una idea del marrón de las cosas que tienes para el día y la semana.  Así que...


¡Nuevo imprimible!Se trata de un organizador semanal de sobremesa (o de mesa, o como se llame) tamaño folio, para que os lo descarguéis si os place. 


(la foto tiene cero glamour pinterestesco, pero hace su función la pobre)


Instrucciones: Ya sabéis, le dáis al enlace, se abre otra ventanita con la imagen, y en la parte de arriba encontraréis los botoncitos para "Imprimir" directamente o "Descargar" el documento. ;) (Nota: Al parecer hay teléfonos desde los que la descarga no va bien, así que os recomiendo que lo hagáis desde un ordenadorcito, y así nos evitamos problemillas). 

En este caso no he hecho una versión en blanco y negro porque éste sí que se puede imprimir en grises sin que gaste mucha tinta... ;) 

¿Qué os parece? ¿Os mola? ¡Espero que sí! :)

Besos de madre a tope de organización (mentira, estoy en ello, pero si lo digo parece que lo estoy logrando). 

Una maternidad y paternidad de cine

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¿Alguna vez soñaste con ser el/la prota de tu peli favorita? ¿Siempre quisiste subirte a la popa (¿o era la proa?) de un barco y gritar "Soy el rey del mundo"? ¿Te hubiera gustado que un güenorro te lavara el pelo (muy sexymente) en el mismo África, o tener una tarjeta de crédito absurdamente cargada de pasta para fundírtela en ropa mientras un maromo te mira con amor y deseo? Es muy posible que nada de eso te haya pasado, pero no te preocupes, quizá no lo sabes, pero la paternidad te va a permitir recrear, y en tu propio hogar, algunas de las escenas más estupendas (jijiji) de la historia del cine. Ahora bien, no te garantizo que sean las de las pelis con las que soñabas...


1. ¿Tu bebé pota fenomenal? ¡Pues estupendo, ya tienes tu propia escena de película! Eso sí, hablamos de "El exorcista": En realidad esta peli no iba sobre posesiones infernales ni ná, iba de una madre desesperá porque su bebé con el resfriado largaba que daba gloria verlo. Al final pusieron a una protagonista un poco más crecidita porque trabajar con bebés en el cine es muy complicado, pero todos sabemos la verdad. ¿Y el padre Karras? Pues eso, el padre... intentando darle el bibi.

¡Ea, ya le ha sentado mal el Dalsy!

2.  ¿Le están saliendo los dientes a tu retoño y parece que tiene "un poquito de babas"? Pues nada, disfruta, porque te acaban de ascender, ahora eres la teniente Ripley en "Alien"

¡Ay! (que viene el besiiiiito)


3. Es posible que creas que tus vacaciones de verano no han sido especialmente "peliculeras", pero te aseguro que sí. Dime, además de la familia... ¿no habéis llevado a nadie más con vosotros todos esos días? Sí, amigo, te has hecho un "Amelie" y su gnomo, porque a ver quién era capaz de convencer al peque de que soltara su muñeco favorito... (o una piedra, una hoja... aceptamos de todo como "juguete").

¡Mira, mira cómo disfruta el jodío muñeco!

4. Y en esta misma línea... ¿Quién no ha paseado con un ser pequeñito aferrado a un tesoro, que se ponía más chungo que el copón cada vez que intentabas quitárselo? Básicamente eso es "El señor de los anillos": un grupo de padres intentando ir de excursión al campo con sus hijos, mientras éstos se emperran en llevar un juguete para luego tirarlo por sitios raros. 

Rabieta en 3, 2, 1...

5. ¿Has ordenado y limpiado toda la casa? ¿Ha vuelto tu hijo del cole? ¡Estupendo! Siéntate, pilla palomitas y prepárate para vivir el... "Ataque de Godzilla"!!!

Tu salón, 2 segundos después de que tu retoño haya entrado en él

6. Puede que haya quien piense que los padres llevamos una vida aburrida, que no hacemos nada guay... Pero nosotros sabemos la verdad, con todo lo que llevamos p'alante... ¡somos héroes! Así que fíjate, sin saberlo estamos protagonizando nuestra propia versión de "Supermán"

Esto es lo que la gente cree
Esto es lo que sabemos que somos





Nada más lejos de la realidad...







 Ay, ¡cuánta diversión! Y vosotros, ¿habéis vivido alguna otra escena peliculera gracias a la paternidad? ("Muñeco diabólico", por ejemplo) Jijijiji

Besitos de madre fílmicamente a tope


No hay nada como el hogar

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Estamos todos de acuerdo en que ser padres es una cosa maravillosa, eso no es discutible, al menos no para la que escribe. Peeeeero eso no quita que sea un catacroquismo vital del tamaño del monte Rushmore: tras ser padres nada vuelve a estar en su sitio. (Y cuando digo "nada" me refiero tanto a cosas-objetos como partes del cuerpo de la madre, aunque eso es otra historia de la que hablaremos en otro post -lleno de diversión y drama-.)

Nunca he sido de esas personas así como "megaordenaditas". De hecho podría decirse, podría, que más bien he sido un fucking desastre con patas en lo que a orden se refiere (una vez mi madre, siendo yo adolescente, me preguntó: ¿Tu cuarto está como siempre o sólo da ganas de llorar? -true story-). En mi defensa diré que... Bueno, mira, no tengo defensa. Lo que sí es verdad es que con el tiempo una se vuelve más cuca, más primorosa, y ese fue mi caso desde que me fui a vivir sola: muté al orden (más o menos, jejeje -ponerse estupenda era esto-). 

Y es que, amigos, es bonico volver a casa después de una jornada laboral intensamente intensa (de esas en las que no te da tiempo ni de ir al baño a... tomarte un simple café), y tumbarte en el sofá con una copa de vino (o un TAB, que ahora que somos madres ya podemos tomarlo) y que la casa esté, más o menos, ordenadita. (De hecho en consulta, por ejemplo, cuando tengo un paciente que está así con estado de ánimo chunguele -nombre técnico a tope- una de las cosas que recomiendo es que ponga orden en su entorno, porque se sabe que da calmita.)

Eso mola, ¿te acuerdas? Porque entonces tienes niños, y lo de poner orden se vuelve mentira. Falso. Absolut imposibol. En tu salón empiezan a crecer, como setas en el monte (no en el Rushmore, que allí sólo salen cabezas de presidentes norteamericanitos) objetos diversos, de muchos colores y formas. En tu salón y en tu cuarto, y en el baño, y en la cocina... y en tu alma.



El Proceso de Colonización empieza así como de buen rollo, con ganas por tu parte, de hecho. Digamos que de entrada te abandonas y entregas al invasor. No sabes lo que haces, porque luego desparrama que da gloria. Veamos este maravillosismo de la vida en fases: 
  • PRIMERA FASE: GÉNESIS. Estás embarazada y te entra la locura nidil: "Mi niño tiene que tener un cuarto preciosísimo con muchas cosas bonitas -y necesarias (eso te dices para justificarte)-". Entonces empiezas a adquirir objetos, algunos con forma de peluche, mullidito y amoroso, muebles, telitas, adornitos... Todo acaba en -ito, porque es pequeño y da ternura. Hasta el momento en el que el amor de tus amores nace, la invasión está más o menos controlada y acotada. Bien. 
  • SEGUNDA FASE: EXPANSIÓN. Habéis tenido un retoño. Felicidades. Mucho sueño, mucho amor, mucho reflujo, dame una gasa, dónde la pongo, aquí en la mesita al lado de las cremas, ¿encima de los pañales?, mejor déjala al lado del humidificador que me pilla mejor... La invasión empieza a tomar forma y conquista vuestro dormitorio (también). Nunca pensaste que la crema para las manos, esa que te pones antes de dormir para tenerlas tersas y jóvenes, iba a coexistir en el espacio-tiempo con una crema para ojetes pequeños, para mantenerlos tersos sin dramitas dermatológicos. Guay.
  • TERCERA FASE: CONSOLIDACIÓN. Tu retoño ya se mueve con soltura. Va a donde quiere (a la velocidad que quiere) y es capaz de sostener hasta tres (o doscientas, que parece increíble) cosas en sus manitas mientras lo hace. Esta es la vía a través de la cual la invasión se hace fuerte y ya no es controlable. Si haces una panorámica de tu hogar verás que no queda un centrímetro cuadrado sin presencia de los colonizadores, ni en horizontal ni en vertical: bloques, muñecos, coches, cubos, cuentos, zapatos, ropa, sacamocos, comida secreta, suero, huellas y deditos en los espejos, cristales, puertas... Asumámoslo: hemos sido colonizados.
  • CUARTA FASE: APAGA Y VÁMONOS. La destreza del "facilitador" de la invasión, del pequeño agente infiltrado, es total, y se viene arriba: ya no le basta con distribuir por el hogar sus cositas, no. El mando de la tele, los móviles, el peine, las llaves... esos objetos cotidianos que solías usar cuando querías, se unen a la causa colonizadora al grito de "libertad y caos" y, en un festival del volvamos loco al adulto propietario del espacio, cambian constantemente de sitio apareciendo en los lugares más insospechados. Querido mando, si tenías calor haberlo dicho, pero no hacía falta esconderse en el congelador. En esta etapa se abre un nuevo universo de caos y confusión paternal al descubrir que, como decía al principio del post, ya nada está en su sitio. 
Ya no habrá orden, nunca, porque pretender recoger con los niños en casa es como intentar salvar el Titanic con una fregona. Así que mejor píllate una buena taza de té, siéntate tranquilamente y disfruta del desastre. 

Epílogo moñas total: Toca aceptar que muchas de tus posesiones no sobrevivirán a esta vida loca (loca, loca), que esa cajita sobre tu mesita, esa que te mola tanto, en la que guardas chorraditas de plata y oro y rubíes (o plastiquete deluxe), no conocerá el 2018 (siendo optimistas). Toca aceptar que tu casa, como tu vida, ya no es sólo tuya, y que eso en realidad es fenomenal, porque no se te ocurre otra forma mejor, más tierna y bonica, de darle uso a todas esas cosas (que son sólo cosas) que tenías en casa. La invasión ya no tiene marcha atrás.

Besos de madre colonizada felizmente.

    Cansancio nivel padres

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    Las personas hacemos cosas. Es una característica de esto de estar vivo. Y una consecuencia de hacer cosas es que uno se cansa. El cuerpo es así de tontorrón. Pero... ¿y entonces qué podemos hacer para reponernos? Dormir, comer bien... ese rollo. Hasta aquí el mecanismo básico. Se entiende. Es lógico.

    Lo que pasa es que con niños esto ya no es tan así: hacer cosas cansa lo normal, vale... pero ser padres cansa a niveles absurdos. Te duelen partes de tu cuerpo que no sabías que tenías, la capacidad de atención muchas veces no es capacidad, y otras tantas no es atención, la expresión "noche del tirón" es marciana, etc. Lo lógico sería entonces que la evolución nos hubiera llevado a que, dado que es taaaaan agotador criar a un retoño, el descanso fuera proporcional. La pregunta entonces es, querida Madre Naturaleza, ¿qué te pasó ese día? Porque no es que no sea proporcional, es que es ridículo. ¿A qué fin responde esto? ¿Cuál era tu idea? ¿Por qué salió mal? 

    Para intentar comprender estos hechos he llamado a La Madre Naturaleza, en busca de respuestas.

    • (Lapsicomami) Hola, Madre Naturaleza. ¿Qué tal?  
    • (Madre Naturaleza) Hola, morena. Aquí estamos, echando el rato. 
    • (LP) Hay una duda que nos corroe el alma por dentro y por fuera: ¿En qué estabas pensando cuando se te ocurrió esto de ponerle más baterías a los retoños que a los padres?
    • (MN) Pues mira, yo qué sé, pensé que sería divertido. El sentido del humor es muy importante, por eso a vosotros, los humanos, os lo puse también de serie (a casi todos). ¿Mola, eh?
    • (LP) Ya. Ja. 
    • (MN) No, en serio, la idea era asegurar vuestra supervivencia como especie. 
    • (LP) ¿Qué?  ¿Cómo?
    • (MN) Pensé que si los padres teníais mucha energía íbais a querer salir por ahí, ir al cine, hablar con otros adultos, hacer cosas... y entonces, ¿quién iba a estar pendiente de los retoños en plan bien? Por eso fue. Lo que pasa es que ese día era la final de Gran Hermano y no estaba a lo que estaba. Me despisté con las proporciones.
    • (LP) Te despistaste con las proporciones...
    • (MN) Un poco. Pero os lo compensé con las monerías que hacen los retoños, y lo bonicos que son.
    • (LP) Vale, bonitos son, les queremos con locura, pero ya te digo que el cansancio es mucho, Madre Naturaleza. Mucho.   
    • (MN) Si yo lo sé. Por eso inventé el café.  
    • (LP) Entonces... ¡improvisaste!
    • (MN) Claro, como todas las madres.
     
    Y sin nada más que añadir terminamos la conversación. Sigo pensando que la naturaleza está loca perdía, porque al final del día los peques están como soletes marchosos y nosotros... nosotros hacemos lo que podemos.

    ¿Cómo váis por ahí? ¿Mucho cansancio? Yo estoy...

    Besitos de madre con necesidad de café.


    El cambio de armarios

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    He llegado a la conclusión de que el mejor antídoto para el síndrome de Diógenes es quedarte embarazada y ser madre/padre. Y ahora voy y lo explico.

    No sé vosotros, pero yo he sido de esas que se encariñaba con las cosas: esa camiseta que te pusiste aquel día en el que Pepito te dió ese morreo beso, este papel arrugao de la facultad en el que tu amiga Noelia te dibujó una ovejita... ¿Cómo vas a tirar esas cosas? ¡¡¡Esas cosas son amor!!!
     
    Esas cosas son amor... pero... 
     
    He empezado diciendo "YO HE SIDO". ¿Por qué? Porque ya no. Ahora lo quiero TODO fuera de mi casa. El amor está en mi mente, no en esa camiseta, ni en esos pantalones que no me pongo desde el 98 (y que, asumámoslo, no se van a volver a llevar, por mucho que Inditex diga que han vuelto los 90, amén de que no me entran ni de coña). Y... ¿a qué se debe este cambio? Pues a que con sólo dos años de edad un bebé puede acumular más cosas que tú en 35: Carrito (y sillita ligera, si nos ponemos guays), bañerita, juguetes, ropa que ya le está pequeña (pero que no quieres tirar por si..., eso), ropa de ahora, hamaca, correpasillos, pizarrita... ¡Millones de cosas! Y los pisos miden lo que miden.
     
    Así que llega un momento en que tienes que elegir entre dormir en vertical en el balcón o empezar a deshacerte de cosas. Duele, pero sólo al principio, luego es... ¡maravillosamente liberador! 
     
    ¿Y sabéis por qué me ha dado por pensar en estas cosas? Porque...


    Contadme, ¿cómo lo hacéis vosotros con tanto trasto? ¿Y la ropa pequeña? ¿Odiáis hacer el cambio de armarios? Yo sí. Pero este año ya lo he hecho (por primera vez en la historia). 

    Besos de madre en busca de espacio.

    19 de Octubre

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    Hoy es el Día Contra el Cáncer de Mama, y no puedo evitar recordároslo, ¡porque es importante! 

    Palparse, con calma, que no pasa nada, ir a revisiones... no cuesta, no se tarda, y es fundamental para una detección precoz, en caso de que suceda lo que todos queremos que no suceda, pero que a veces sucede. Así que porfa, porfa, porfa, amores: ¡echadle un ojo a vuestras tetillas! 




    Halloween de madre

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    ¿No tienes disfraz para este Halloween? Aquí una idea... terrorífica!!! Jijiji


    Besos de madre con pintas

    Mejora tu autoestima con 3 tips

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     Ser madre es muy 24 horas, 7 días a la semana. De verdad. Y se nota. 

    Cuando tienes tantas cosas que hacer a lo largo del día, cuando sentarse es un lujo, y darte una ducha de más de 5 minutos un milagro navideño, la verdad es que muchas veces no te das cuenta pero se pasan los días sin que te dediques un ratico. 

    A ver, pregunta: ¿Cómo le demostráis a vuestros retoños (y a los amores) que los queréis (con locura)? 

    Tic Tac

    Tic Tac

    Tic Tac... Riiiiiiing ¡Correcto! Diciéndoselo, cuidándolos, mimándolos (dándole cosas que les gustan, abrazándolos, besándolos, dándoles sorpresas...), ¿no es así?

    Y ahora viene la otra pregunta: ¿Esto os lo aplicáis a vosotras mismas?

    Jummmmm. Para estar bien tenemos que querernos, ¡y demostrárnoslo!

    Está claro que ser madre, y ser humano adulto vivo en el siglo XXI en general, con todas sus cosas, deja muy muy muy ("muy" infinitos) pocos ratos libres, pero... algo hay que hacer, por nosotras, ¿estamos o no estamos?

    Así que vamos a mimarnos un poco, pero un poco todos los días (más o menos, seamos flexibles). ¿Cómo? Pues, para empezar, con estos 3 tips sencillos y accesibles que te propongo (y que podrás poner en práctica con un imprimible moñis, pero eficaz, que te dejo más abajo). Vamos allá: 


    1. AUTOMIMO 
    (suena regu, pero es guay) 

    Una de las cosas que se suele recomendar para matener a tono la autoestima es dedicar unos minutos (con 5-10 vale, aunque parezca poco os aseguro que se nota) al día para automimarnos, es decir, para hacer cositas, pequeñas, que nos resulten agradables y nos hagan sentir bien. Porque si sólo nos dedicamos a los demás, o a las obligaciones, no nos estamos reforzando ná de ná. Insisto, no hacen falta grandes actividades, no tienes que irte a un spa diariamente (oye, que si puedes ya sabes... ve, pero sabiendo que las demás te tenemos interés), o gastarte 500 euros en ropa. 

    500 euros en ropa... Piensa en ello un segundo. Ahora voy a hacerte otra pregunta, porque hoy estoy preguntona: al leerlo... ¿en algún momento se te ha pasado por la cabeza algo del tipo "Uy, 500 euros... la de cosas que podría comprarle a mi/s retoño/s con 500 euros"? A mí a veces me pasa. No hay nada como hacerte madre para cruzar todo el H&M sin mirar nada hasta llegar a la sección de niños. Este es un ejemplo de cómo estamos de centradas en nuestros peques, que es genial, cuidao, pero lo que no vale es que no nos dediquemos a nosotras ni la décima parte de primor. Así que ya sabes, anota (ay, con lo que nos encanta eso de hacer listas, jijiji) unas cuantas cositas que sea factible realizar en un ratito, y... ¡hazlas! ;)


     2. ME RÍO DE JANEIRO (y lo practico)

    Otro ejercicio chupis que podemos hacer es elegir cada día una cualidad o característica nuestraque nos guste, y ponerla en práctica/explotarla a tope. Ejemplo: Imaginad que tengo una sonrisa absolutamente arrebatadora (jijiji), o a mi me lo parece, y/o la gente alguna vez me lo dice. Pues hoy voy a intentar sonreír más. ¿Se capta? Todas tenemos cosas estupendillas, ¡no dejemos que se oxiden!  Tú lo notarás, ¡y los demás también!



    3. ESPEJITO ESPEJITO (dime algo bonito)

    Y por último (por hoy): Mirarnos al espejo con un poquito de buen rollo (y clemencia).Tienes claros tus defectos, ¿verdad? Esa mancha en la cara que crece, la hijaputa, que ya mismo tiene cara ella misma a su vez (ojalá le salga una mancha a ella en su cara), ese arco de la nariz que parece diseñado por un estudiante de arquitectura resacoso, esa barriga nueva que vino para quedarse tras el embarazo (y que dijiste que te quitarías haciendo abdominales, pero eso no ha pasado -lo de las abdominales, digo-), ésa, si, esa tripa que tiene afán de fuga pantalonil... "Pegas", todas tenemos auto-peguillas. Estoy segura de que si te pido una lista de las cosas que no te gustan, te sale así, en un plis. Pero... ¿y si te pido una de cosas que sí que te gusten de ti? No os imagináis la de blancazos que he visto en consulta con este ejercicio. O la de veces que me escriben cosas que "les dicen los demás" pero que ellas no comparten. Ay.

    La cuestión es que no podemos estar siempre recordándonos lo que no nos gusta. Imaginad que tenéis a alguien al lado que no para de deciros cosas feas (vamos, un Pepito Grillo di merda). ¿Cómo os haría sentir? Pues eso hacemos muchas veces sin darnos cuenta con nosotras mismas. Así que vamos a intentar cambiarlo: a partir de ahora, al mirarnos en el espejo, vamos a fijarnos en lo que sí que nos gusta, en esos detallitos nuestros que tienen su punto (tsssss, esas tetas de madre son la "pera limonera" -o el "melón molón", eso ya depende de tamaños-, ese culillo agarrable, esos ojos de "femme estupender"...) y a decírnoslo, igual que hasta ahora nos hemos dicho lo malo. ¿Lo intentamos? Puede que al principio cueste, porque los ojos se nos van a... Pero "haz un poder". ;) Al menos procura, por cada vez que te pilles observando (y criticando) algo "malo", contrarrestarlo luego con algo bueno y bonico. (En otro post contaré qué podemos hacer con las cosas que no nos gustan, que en este ya estoy charlando mucho)

    En resumen: 
    • Automimo: dedica 5-10 minutos al día (que eso no es ná, tardas menos en hacer cac...) a hacer cosas que te resulten agradables a ti, que sean para ti. No parece mucho tiempo, pero si lo hacemos todos los días irá dejando posito, ya verás. 
    • Explotar nuestros puntos fuertes: si tienes algo que te gusta de ti, ya sea físico o de tu carácter, ponlo en práctica, explótalo que para eso lo tienes. Te sentirás bien, y los demás lo notarán seguro. 
    • Doña Clemencia: al mirarte al espejo intenta no ir directamente a las cosas que no te gustan o que cambiarías... (ojo, tampoco vale evitarlas). Vamos a hacer justo lo contrario, es decir, fijarnos en las cosas que sí que nos gustan, que tienen su puntito, oye.
    Y para que sea más facilito de hacer, os dejo un imprimible cursi-del-tó, en el que podréis anotar vuestros puntos fuertes, hacer un listadito de cosas que podéis hacer por vosotras a diario y planificar el automimo. ¡Espero que os guste! Lo he hecho en tamaño folio para facilitar la impresión, pero luego si queréis podéis recortarlo en casa y así tenéis tres "papelicos" independientes (que cada una se lo monte como quiera, jejeje).



    DESCARGAR "YOMEMIMO DE LAPSICOMAMI" (Aquí)
    Advertencia: Me ha salido una cosa extrañamente cursi para lo que vengo siendo yo...
    Disculpen las molestias.

    ¿Os apuntáis al #yomemimo? ¿Se os ocurre otro nombre mejor? La espesura se ha apoderado de mi hoy, y no me deja. Bueno, sea con el nombre que sea... ¿lo hacemos? Porque con el ritmazo que llevamos, muchos días se nos olvida demostrarnos a nosotras mismas que nos queremos. Pero nos queremos, porque somos lo más. He dicho.

    Besitos de madre automimosa. 

    Donde dije digo, digo Diego versión madre

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    Si hubiera que elegir un deporte nacional yo diría que es "El Opinioning". Comentar (referir, que decía mi bisabuela), es gratis, y nos encanta. 

    Pero no voy a hablar hoy de "esos comentarios" que recibimos las madres (y los padres, claro) constantemente a menudo acerca de la educación y cuidados de nuestros hijos. No. Hoy escribo sobre lo que nosotras mismas dijimos (bocachanclamente) sobre esto de la maternidad... antes de ser madres. Antes. ¡Qué bonito era todo entonces, eh!

    Sí, hagamos un "Donde dije digo, digo Diego", un repaso a 5 "Yo nunca" que puede que te hayas comido con patatas (yo sí):

    • No usaré la tele "como niñera"(ojo, no me refiero a aparcar al niño delante de la tele y pasar de él, ése es otro tema, y más serio): Sí, es un buen principio, un principio que dura hasta que necesitas dos minutos para jiñar ir al baño y... y la única manera es vía "distracción total tv". Es eso o hacerlo con el niño en brazos, o tirándote de los pantalones, o... o todas esas cosas que pasan. Aunque al final una se acostumbra a hacerlo todo con público (bueno, todo no, claro, jijiji).
    • No hablaré "mucho" mi niño/embarazo/parto, y menos cuando otra madre/embarazada me esté contando algo del suyo: No sé vosotras, pero estando embarazada hubo momentos en los que necesitaba supremamente hablar de ello, es así. Y la verdad, me daba un poco de "grrrrr" cuando al hacerlo, enseguida otra madre me interrumpía para relatar, con detalle, su parto, posparto, primer año... (aunque eso hubiera tenido lugar hace tres lustros). Y ahora sigue pasando: es sacar el tema del primer mojón en orinal, las expresiones graciosas, cómo se visten solitos... y ya tenemos tertulia. Nos gusta contar lo nuestro, mucho. Lo curioso es que no importa que antes te molestara, porque cuando eres madres un impulso incontrolable te lleva a "revelar tu rollo" allá donde haya una conversación sobre retoños (y a veces sin que la haya, ya sacas tú misma el tema). "Pues el mío...". Procuro contenerme, pero cuesta, porque es que mi niño es la monda, el otro día vino y me dijo... ;)
    • No me "dejaré", me cuidaré igual -o más- que ahora: Ya. Jajajajaja. En el post anterior justo hablaba de la necesidad de automimarse cuando somos mamis, porque las probabilidades de que las raíces acaben pareciendo mechas californianas, de lo largas que son, es alta. Lo de las raíces no es un decir. Me ha pasado. Este último mes (estos tres últimos meses). Ejem. Recordad: automimo, automimoooo. Como extensión a este punto, añadiría "No usaré chándal/mallas -todo el rato-". Hola, escribo con uno puesto. Procuro llamarlo "ropa de estar por casa", pero no nos engañemos, aunque sea de Oysho (y debajo lleves bragas de La Perla), y sea monérrimo de la muerte, es un pijama/chándal. Bravo. Pero es que es taaaan cómodo...
    • No diré esas "frases de madre" (que tanto detestaba de niña): No hay mucho que añadir. Que levante la mano la que nunca haya dicho algo del tipo "Ni coche, ni cocha", "Siéntate bien", o "¿Voy a tener que ir yo a buscarlo?". ¿Nadie? Lo imaginaba. (Ya sabéis, y si no lo sabéis os recomiendo encarecidamente que os paséis por allí, que Marujismo tiene una sección sobre #palabrademadre, que es la pera). Es como muy inevitable. Lo llevamos tatuado en la mente (y ahora se lo estamos tatuando a nuestros peques, que a su vez lo dirán cuando sean padres... y así eternamente, en el ciclo de la vida -que es lo que en realidad cantaban en el Rey León-). 
    • No le mentiré a mi peque: A quien mentía en ese momento era a mí misma, porque me he pillado diciendo cosas como... "No, cariño, ahora no están los dibujos en la tele porque están durmiendo", "Ya estamos llegando" (cuando quedan dos horas de coche), "¿Patatas fritas? No hay ya, lo siento" (porque se ha zampado media bolsa y no es plan... pero luego vas secretamente a la cocina y te comes lo que queda, escondida, para que no te pille), "Vamos a ir a un sitio súper chulo" (al súper, quieres decir)... Y así doscientas más. Son mentirijillas de los veinte duros en verdad, nada serio. No se trata de que vivan engañados, pero hay veces en las que el cerebro da para lo que da. El cerebro y haber dormido cuatro horas. Pero es todo con amor, amor de madre.


      Si hay algo que me ha enseñado la maternidad es a mantener la boquita un poco más cerrada, a pensarme bien las cosas antes de soltar una sentencia/predicción absoluta sobre mis acciones futuras... Porque por lo visto, tarde o temprano, uno acaba comiéndose sus palabras. Y saben raro.

      Y tú, ¿qué cosas dijiste que no harías y al final estás haciendo? Vamos, confiesa... jajaja.

      Besitos de madre bocazas

      El orden del hogar (cuando tienes niños)

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      No es la primera entrada que escribo sobre el orden del hogar... Es evidente que se trata de un tema que me angustiapreocupaimportaparece interesante llama la atención. 

      Es una de esas cosas en las que no piensas cuando te quedas embarazada (¿por qué ibas a pensarlo?). Tú estás a lo tuyo: que si ropita, que si lucecitas bonitas para su dormitorio... Cosas guays. Además, como en esos meses te entra la locura de preparar el nido, te confías y te crees que luego todo va a seguir así. Pero no. Ya te lo digo. Añade el factor "pequeño ser" a la ecuación y verás qué risa.

      Muy difícil, tener la casa recogida es muy difícil. Si en los anuncios de preservativos pusieran imágenes reales de casas en las que hay niños, las ventas se multiplicarían por cien (o más). Tomad nota, publicistas. Ahí lo dejo.

      Como soy una cotilla, voy por ahí pegando la oreja cuando otros papis y mamis hablan de esto, y he llegado a la conclusión de que hay dos maneras generales de afrontar esto de la organización. Y son muy distintas.

      Ante la llegada de un retoño al hogar, los humanos parejiles entramos, así en general, en una de las dos categorías siguientes*:
      1. PASOTISMO FORZOSO: Dícese de la pareja que, ante la que se les ha venido encima la nueva situación, establecen un orden de prioridades, y la casa, al parecer, no es una de ellas. Dormir, comer o hacer pis les resulta, quizá, más atractivo, por lo que el orden de su casa pasa a último un segundo plano.
      2. HÉROES DEL HOGAR: Dícese de la pareja alienígena que consigue organizarse y llevarlo todo "palante". Entrar a su casa (de visita) y llorar es todo uno: olor a limpio, las cosas ordenaditas, paz y amor por las esquinas (en lugar de pelusas del tamaño de una croqueta, y juguetes por todas partes). ¿Cómo lo hacen? Pues es un misterio que aún no he logrado resolver, pero si por aquí anda alguien que se incluya en este grupo, por favor, POR FAVOR, que nos desvele su secreto.
      * Aquí no menciono a los que tienen a alguien que les ayude en casa: eso es trampa y da envidia, un poco (mucho).

       Dentro de la primera categoría, encontramos, a su vez, dos subgrupos. Veamos:
      •  a) Los que lo llevan bien:sobrevivir es importante. Los reconocerás por la "relajación" con la que te reciben en casa, y la falta de sorpresa al presenciar cómo una montaña de ropa que hay en el pasillo te saluda también. Se alegran de verte y de hablar con otro adulto. Su mantra: "Si no miras directamente al desorden, el desorden no existe". 
      •  b) Los que no lo llevan tan bien:Los reconocerás por los sudores que les caen por la frente y la espalda cuando te reciben en casa. Sudan porque llevan el rato que sea (el que les haya dejado el bebé) recogiendo como posesos todo lo que han podido ante la llegada inminente de un visitante. Y no les ha dado tiempo de terminar.
      En realidad habría un tercer subgrupo, el mixto: aquellos que lo llevamos llevan bien... siempre y cuando no venga nadie a casa, porque como venga alguien se desata el zafarrancho más raudo (y sufrido) jamás contado. Porque los demás no tienen que ver lo que no tienen que ver. Ea. El problema es que con el tiempo de que dispones, y las prisas -porque te va a pillar el toro-, uno hace lo que puede, así que toca elegir qué habitaciones se van a ordenar, y cuáles no. La cosa está clara con respecto a esta decisión: ¿por dónde van a pasar los invitados? Pues esas se ordenan. Ya está. 

      Veamos una gráfica que resume la situación, sin exagerar:  


      Y tú, ¿en qué grupo estás? Recuerda, amigo/a lector/a, que si tienes la casa impoluta a pesar de ser padre/madre, es tu obligación -te lo imploro- contar cómo lo haces. "Arfavó".

      PD: En estos momentos mi dormitorio está que si lo ven los de CSI se creen que nos han entrado a robar, varias veces seguidas. Hoy hemos tenido visita, claro. 

      Besitos de madre del grupo mixto.

      Jueguecito parejil

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      ¡Hoooola! Se acerca el finde, y aunque cuando eres padre/madre eso da un poco igual porque siempre, siempre, siempre, hay cosas que hacer, y tareas, y parriba y pabajo, bueno... no deja de ser finde y algo se nota. ¿No?

      No sé si recordaréis que en el post de "10 tips para mejorar nuestra relación de pareja" (si no lo habéis visto, pues mira, aquí tenéis el enlace, jijiji) recomendaba encarecidamente tener de vez en cuando una cita de novios. ¿Lo ideal? Una vez por semana, dos horitas (así de base)... No es tanto, se puede, aunque sea en casa mientras los peques duermen!!! Pero hay que dedicarle tiempo a la pareja, ya sabéis...

      Pues bien, hoy os traigo algo que podéis hacer durante esa cita de novios (ya estáis pensando en lo que estáis pensando, pero no es eso, aunque se puede acabar con eso... jajaja). Se trata de un juego que parece una chorradita, pero que tiene su enjundia (como casi todas las cosas que os cuento, jijiji). 


      ¿De qué se trata? Pues de un juego de preguntas sobre "EL OTRO" (nuestra pareja, digo), que no os llevará mucho tiempo contestar, y que mola. Mola porque
      • Proporciona tema de conversación. Me diréis que anda que no hay temas... Ya. Pero os cuento que en consulta vemos muy a menudo que uno de los puntos débiles de las parejas es que acaban, con el tiempo, centrando las conversaciones en "casa, trabajo, niños", dejando poco margen al ocio puramente o a temas relacionados con ellos mismos. Y ese feedback, ese hablar de "nosotros" (como individuos y como pareja) es necesario.
      • Ayuda a que os conozcáis mejor: está claro que si habéis tenido un retoño algo os conocéis, jajaja, pero no está de más dedicar un tiempo a estas cosas, porque es genial cuando sabes que tu pareja te tiene calao, ¿verdad? 
      • El ratito que estéis haciendo el ejercicio es ratito que váis a estar juntos, siendo pareja, no como "papá" y "mamá". 
      ¡No me digáis que no está bien!

      Antes de dejaros la ronda de preguntas que componen este ejercicio-juego...

      Vamos con LAS NORMAS: 
      1. Cada uno contesta, secretamente, sin preguntar y sin copietearse, la tanda de preguntas sobre el otro. No vale tampoco tantear, o sonsacar... Contesta lo que te sepas, ¡y no seas tramposo! Por supuesto no hay comodín del público ni llamada (whatsappear a la suegra o al mejor amigo tampoco es una opción), que nos conocemos. 
      2. Una vez contestadas a todas las preguntas (con lo que te sepas), os sentáis y os váis diciendo, por turnos, una a una vuestras respuestas
      3. Por cada respuesta acertada se otorgará un punto. 
      4. Si el otro no ha acertado, o ha dejado la pregunta en blanco no vale ensañarse, enfadarse, odiarle y retirarle la palabra. Ha podido tener un blancazo, o puede ser que mira, oye, que no lo sepa, pero no por eso te quiere menos o es "el mal hecho chati". Seamos primorosos y, sobre todo, vayamos con buen rollo. Total, que si ha dejado la pregunta en blanco o ha fallado, le daremos una pista (que no sea obvia, tiene que currárselo) para darle la oportunidad de acertar. Si acierta con la pista le daremos medio punto. ;) Si falla oootra vez, nada, cero patatero.
      5. Recomendeishon: Hay preguntas del tipo "¿Cuál es su... favorito?". Puede suceder que sepáis que no tiene favorito en ese sentido, pues ponedlo tal cual "No tiene", añadiendo si os parece, cuál sería en caso de que hubiera que elegir sí o sí. (Espero haberme explicado, jejeje)
      6. Una vez compartido todas las respuestas hacemos el cálculo de puntos, y el que haya ganado... ¡se lleva un premio! 
        • ¿Qué premio? ¿Qué premio? ¡El premio es vuestro amor! Jajajajja No, es broma. El premio lo tenéis que decidir entre los dos, idealmente antes de empezar el ejercicio para que luego no os vengáis arriba y pidáis un finde en París (ya, si sé que es por si cuela..., pero a lo mejor algo del tipo "un masaje en los pies" es más factible).  
       
        Y ahora sí, vamos con las 25 preguntas 
        (recordad que son preguntas sobre EL OTRO, no sobre nosotros)
        1. ¿Dónde tiene cosquillas?
        2. Su color favorito
        3. Bicho que le da más cosica
        4. Un país al que le gustaría viajar pero todavía no lo ha hecho
        5. Nombre de su mejor amigo/a
        6.  Comida favorita
        7. Su fin de semana ideal
        8. Película favorita
        9. Su trabajo soñado
        10. Su familiar preferido, al que le tenga más cariño
        11. ¿Qué puedo hacer para calmarle cuando está enfadado/a?
        12. Grupo favorito
        13. ¿Qué lado de la cama prefiere en realidad?
        14. Su libro favorito
        15. Un amigo común que le caiga muy bien
        16. ¿Prefiere dulce o salado?
        17. Su postura para dormir
        18. Cuenta una anécdota en la que pasara vergüenza pero fuera divertida en realidad
        19. ¿Dónde le gusta (especialmente) que le toque cuando estamos "haciendo cositas"?
        20. Un lugar al que hayamos viajado que le encató 
        21. ¿Qué ropa llevaba el día que nos conocimos?
        22. ¿Qué haría si le tocara la lotería?
        23. Programa de televisión/serie favorito
        24. Una afición que le gustaría desarrollar (ejemplo: pintar, tocar un instrumento, hacerse bloguero/a, jajaja)
        25. ¿Qué le gusta de mi? (me refiero a qué le gusta de ti, que eres su chati, no vayáis a poner qué os gusta de mi, jajaja)
        Bueno, pues ahí lo tenéis. Si este finde podéis sacar unos minutos y hacerlo, con buen rollo y humor (sobre todo humor) puede ser un rato divertido e incluso tierno.¿Lo ideal? Hombre, lo ideal es cenar tranquilitos (una vez acostados los retoños), tomar un vinito, o un agua, lo que cada uno prefiera/pueda, con calma, charlando, y luego hacer esto... y luego... bueno, luego que cada uno haga lo que pueda (masajes parejiles, ver una peli -de entre las que habéis estado hablando, por ejemplo-, seguir charlando, hacer cositas, o dormir, que también es bonito). 

        Espero que os guste y que si lo hacéis, os mole, aunque sea un poco. ¡¡¡Ya me contaréis (espero)!!!

        Remember: #nosolopapis también somos pareja!!!!!

        Besitos de madre pre-weekend

          La mutación maternal *

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          * Y de padres (menos los relacionados con el embarazo, esos no, esos sólo son de madre Jijiji)

          Junto con la maternidad se produce un fenómeno que no por ser frecuente es menos llamativo: la transmutación cerebril. Tú tienes una edad, y te crees que te conoces: sabes qué te gusta y qué no, qué te hace gracia, qué pelis te van y cuáles no piensas ni ver... Pues todo eso se va al carajo en cuando tienes un niño. Tu cerebro pasa de ti y se transforma, elige por ti... y así nos va.

          No se sabe por qué (aunque yo apuesto por la hipótesis de "la falta de sueño seca el cerebro y el embarazo es la monda") pero de la noche a la mañana te encuentras con que haces cosas que no son tú. No es grave, doctor, pero raro, raro es de cojones. Veamos algunos puntos maravillosos:
          • Olfato: Llevabas 15 años usando el mismo perfume, era tu marca personal, tu olor... Pues ahora lo detestas. Lo odias. Ascoputo en frasco. Prefieres bañarte en Varón Dandy en vez echarte dos gotas del tuyo. Restriégame en ajo, amor, que me da menos cosicaque el Chanel.
          • Gusto: Esto se da en dos direcciones, a saber, cosas que te encantaban y ahora no puedes ni ver, y cosas que odiabas y ahora te arroban estomacalmente. En mi caso, y es muy lamentable, yo era de esas personas raritas a las que no les gustaba el chocolate. Pues bien, durante el embarazo si hubiera podido hacerme una cama de chocolate para ir comiéndomela dormida, creedme, lo habría hecho. ¿Lo peor? Esa afición chocolatil nunca se fue, la puñetera, y aquí sigo, soñando con una almohada de rico rico... mmmmm, chocolate!!! Ya me podía haber dado por la coliflor o la lombarda (ummmm, lombarda con chocolateeee).
          • Emociones -supremamente- a flor de piel (el bizcochismo maternal y paternal): No importa que fueras de lágrima fácil o una roca inmutable, tras la llegada del retoño la lista de cosas susceptibles de hacerte saltar la lagrimita empieza a tender al infinito. ¿Poner las noticias? Llanto asegurado. ¿Esa peli romanticona que te hacía sonreír? Ahora llorarás desde el primer fotograma (porque hay que ver cómo se quieren, es que es muy bonito todo, y el mundo, el mundo también es bonito, pero duro, ay, ojalá su amor no se acabe jamás... Y así toda la peli. Bueno, y ni menciono lo que pasa cuando ves pelis dramáticas o de terror -que antes te encantaban- en las que salen niños, porque eso es de juzgado de guardia llantil). ¿Tu vecina la insufrible que siempre te tocaba las pelotas daba el coñacillo en el descansillo? Esa señora ahora, con un "Buenos días, hay que ver lo bien criado que tienes a tu hijo" te tocará la fibra. Y querrás abrazarla. Y te gustará porque será tierno. Ahora tú eres tierna.
          • Humor: este punto me asombra especialmente. Eras una persona normal, que hacía bromas normales (o tronchantes, porque ole tú y tu arte): alguna frase de peli por aquí, un chascarrillo por allá, humor, hacíamos el humor, y muy estupendamente, por cierto. Pues bien, entráis en el hospital para dar a luz y ¡zas!, tres días después te pillas haciendo bromas sobre mojones pequeños que tienen forma de granitos de arroz, y que huelen a paquete de jamón york recién abierto (aprovecho para animaros encarecidamente a que hagáis la prueba: el jamón york huele a truñito de lactante, lo juro -ahora que lo pienso, esto del olor del jamón cocido podría entrar en el primer punto, jojojo, ¡cuánta diversión!-). Es así, el cerebro está como hipercentrao en la tarea de ser padres y las únicas alegrías que se le ocurren son del entorno bebil. Menos mal que entre padres nos entendemos, porque cuando estás a solas con alguien que no lo es...


          Afortunadamente (creo-espero) esta transmutación va desapareciendo con el tiempo, y un día, un maravilloso día, te das cuenta de que has visto Toy Story 3 (que es lo que vas a ver foreva-an-eva) y no has llorado con el final. Bueno, no has llorado mucho. Bueno, has llorado mucho pero porque joer, es que la parte de... Pero no has llorado en el principio. No con las letras. 

          Una cosa te digo: si ves que no puedes parar de llorar no te angusties, que hay solución: abre un paquete de jamón york y mete la nariz. Enjoy!

          Y vosotras, ¿en qué cosas notáis el cerebro de madre? ¿Aborrecísteis algún olor/sabor? ¿Ahora os mola el comino por encima de todas las cosas? ¿Habéis hecho bromas sobre cacotas? (muajaja, seguro que sí). 

          Besitos de madre transmutada.

          Siempre es Navidad para una madre

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          Que el tiempo vuela es una verdad como un templo, y ya cuando tienes retoños no es que vuele, es que ni lo hueles. Fíjate si vuela que en tres dos uno tenemos la Navidad aquí. I can't believe it. Aunque si os digo la verdad en realidad me da igual, porque... ¡¡¡porque siempre es Navidad para una madre!!!. Sí, lo es, y tengo pruebas:
          1. Tu casa siempre está decorada "de manera especial" con "adornos" chupis. Y cuando hablo de adornos quiero decir trozos secretos de comida (¿cómo lo hacen para esconder comida por los rincones? ¿en qué momento lo hacen? es un misterio..., y luego está la que dispersan al comer, claro), juguetes por todas partes, dibujos inspiradísimos decorando las paredes... Si te fijas bien, tienes hasta nieve en los cristales. Vale, nieve no es, es polvo, porque llevas dos meses sin darle a las ventanas (tsssss, he sido generosa con lo de dos meses, nosotros hace que no los limpiamos... bueno, digamos que más de dos meses y menos de dos años jajaja), pero la cuestión es que, si lo miras con ojos de madre sin tiempo, ese polvo es decoración.
          2. Las compras/gestiones, siempre, son de última hora: No sé vosotras, pero yo no he conseguido tener todos los regalos de Navidad listos con tiempo en la vida. Da igual cómo me organice, el día 23 o 24 me encontrarás, con pelos de loca y una lista en la mano, corriendo por las calles o por el centro comercial (si me ves no te asustes, no soy peligrosa). Ahora dime, ¿cuándo preparaste el disfraz de Halloween del retoño? ¿Cuándo fuiste a por las cosas para su cumple? ¿Cuándo hiciste la matrícula del cole? ¿Cuándo dejas por las mañanas al peque en la guarde? Ya te lo digo yo: en el último instante posible. Apurando hasta el último microsegundo. Raspando el mal
          3. Cogerás algunos kilitos. Las Navidades para mi siempre han sido letales en cuanto al peso, normal, suelo ponerme ciega. Pues desde que soy madre, desde el embarazo concretamente, siempre es Navidad en mi culo
          4. Toca pensar en un menú molón para todos (o al papi, también es siempre Navidad para ellos): Comparado con la que tenemos que liar a diario con las comidas, la idea de organizar sólo una comida, aunque sea para 10, parece una chorrada de mono. Ya lo he comentado alguna vez, pero ofú... ¡qué difícil es organizar el menú, madre mía! Que si a ver qué ha comido en el cole, que si a ver qué hay en la despensa, que a ver qué me da tiempo a hacer... ¡Socorro! Chicote, ¿no quieres venirte de interno a mi casa? (Aprovecho para recordaros que tenéis disponible para descargaros un "Planificador de comidas imprimible" molón, por si os ayuda con este caos tema!!!)
          5. Siempre habrá papeles de colores, tijeras, pegamento, purpurina y demás en tu hogar. Sí, ya no usarás esas cosas sólo para envolver regalos... Ahora haréis recortables, collages, tarjetas, vamos, "manualidades a gogó". La purpurina se instalará en tu hogar, sin pagar alquiler, e irá colonizando tu vida: suelo, paredes, ropa, cara, nariz, alma... Ir al trabajo y darte cuenta, dos horas después, de que llevas media cara brillantosa, es genial. El que no sepa que eres madre pensará que vienes de empalme de un after. Y no, no es eso, aunque esa noche si que has tenido "fiesta" y estás igual de cansada.
          6. A veces aparece un señor con un poquito de tripita a traer regalos. No, no es Papá Noel, ése sólo curra un día. Éste se llama abuelo (y le queremos mucho)
          7. Tienes que hacer cosas a escondidas, aprovechando que los niños están dormidos. Y no me refiero a dejar los regalos bajo el árbol... Ya sabéis de lo que hablo, del jijiji y del jajaja, y sobre todo, del "muajaja".
          Ay, la Navidad. Ahora miro hacia atrás y pienso en cuando era niña, en esas vacaciones de veintitantos días, en jugar sin preocupaciones non stop, y se me caen cuatro peos las lágrimas. Qué ilusión hacía, ¿eh?

          Es curioso cómo nuestros deseos se van haciendo cada vez más pequeñitos. De esa ilusión (maravillosa) de la infancia por la Navidad, por tooodos esos días para hacer lo que nos diera de la gana, pasamos, cuando nos convertimos en madres, a un deseo mucho más pequeño, pero vital:



          Y vosotras, ¿vivís también en una Navidad eterna? ¿Tenéis "nieve" en los cristales? jejeje

          Besitos de madre oliendo a turrón


          5 grandes momentos de la maternidad y paternidad

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          Antes de ser padres en nuestras vidas se daba una cosa muy curiosa: si queríamos hacer algo, lo hacíamos. Zas. Locura. ¿Qué te querías vestir para salir a donde fuera? Pues ibas al armario, cogías ropa y listo, a la calle. Sencillo y eficaz: pensar en acción, realizar acción.

          Sin embargo con la llegada del retoño esto, que parecía una cosa como muy de cajón, se convierte en las doce pruebas de Astérix. Ya nunca harás -a la primera- lo que tenías pensado hacer, y si consigues hacerlo será a costa de tu sudor (mucho sudor). La vida de padres fama cuesta. Aquí os dejo unos ejemplos:

          1. Final del día. Estás casi en coma. Baño del peque, el agua llega a Huston, secar, poner crema, pañal, pijama... Recoger el baño, achicar el agua, llenar dos cubos con lo que ha salido de la bañera/ducha. Cena. Preparar la cena, poner la cena en la mesa, darle de comer al peque (o verle tirar la comida por todas partes estar a su lado mientras come). La comida llega a Huston también (en Huston hay muchas cosas). Se mancha el pijama. Cambiamos el pijama. Piensas: "Mañana cena antes del baño" (pero al día siguiente pasará algo y no será así). Echas la ropa a lavar, sacas la pala escoba para recoger lo que hay en el suelo, pasas la fregona. Preparas el bibi, o la teta, o la leche. Se la das. Se mancha. Tampoco es tan grande la mancha, no vamos a cambiarle (otra vez) el pijama. Lo metes en la cuna. Se resiste. Le cantas. Se resiste. Le cuentas un cuento. Se resiste. Te desesperas, sucumbes y lo coges en brazos y le susurras una nana, la infalible. Parece que se duerme... Lo dejas caer en la cuna con el mismo cuidado con el que tratarías una bombra activada. Sí, ha caído. Respiras y lo observas. Lo quieres tanto... Es precioso. Es ternura. Te das la vuelta ninjamente, de puntillas, sólo dos centímetros de tus pies tocan el suelo, casi vuelas, eres un ser etéreo. Según cruzas el umbral de la puerta tu retoño se despierta.

          2. Comidas. Te has descargado el planificador de comidas de Lapsicomami, lo has rellenado (eso implica haber pensado comidas y contrastado los menús del cole de los niños, para no repetir), has hecho lista de la compra, has ido al súper, has pasado todas esas cosas por caja, las has subido al coche, las has bajado del coche, las has llevado hasta tu cocina y ordenado en los armarios. Has hecho todo eso, porque eres la pera. Madre/padre del año te sientes. Entonces llega el domingo, el día que has elegido para preparar las comidas de media semana (ahí, anticipándote, porque, insisto, eres la pera). Entras en la cocina, dispuesta/o a petarlo culinariamente hablando. Ummm, ¿qué puse para el lunes? Ah, pasta a la boloñesa. Cortas las verduras, empiezas el sofrito, abres la nevera para coger la carne... Pero no hay carne. No hay carne. ¡No hay carneeee! Eres la pera, sí, pero también eres madre/padre, y esta semana has dormido una mierda pinchá en un palo, así que no, en la lista de la compra no anotaste la carne. Ahora piensa en otra cosa para el lunes. Y ve al súper a compar carne.

          3. Has quedado, te vistes, vistes al peque (porque ya sabemos lo que pasa si vestimos primero a los retoños), preparas su bolsa (pañales, toallitas, crema, agua, gasas -por si acaso-, muda -pantalón, calcetines/leotardos, camiseta, rebequita-, baberos, un par de juguetes, suero -también por si acaso-...), coges la sillita, sientas al peque, sales a la calle, llegas al coche, bajas al peque del carrito, le quitas el abrigo, le sientas en la sillita del coche, pliegas la sillita de paseo, la metes en el maletero, junto con la bolsa de los pañales, te quitas el abrigo, lo pones donde primero pillas en el coche, porque a estas alturas odias la vida ya, y el abrigo te la pela, te sientas, enciendes el motor... Metes la mano en el bolso en busca de tu teléfono, que es donde tienes la dirección de esa cita y... te lo has dejado en casa. También te has dejado las llaves de casa puestas en la puerta. Y no te has dejado más cosas porque no te ha dado tiempo.

          4. Planes. Llevas toda la semana pensando en qué hacer el sábado, quieres un plan guay. Has mirado actividades en tu ciudad, contemplado la idea de iros al campo... Ya lo tienes. Llega el sábado. Ese día, no otro día, ese día el peque decide levantarse penosillo: tardáis el doble en desayunar de lo habitual, el triple en vestirle, os habéis quedado sin toallitas, bajáis a por toallitas al súper. Mientras, el peque se mancha, le cambias... Ya son las 12, mejor salimos después de comer. Después de comer es mentira. Salís a las 17:30. Y con prisa, porque en un rato hay que volver, preparar cenas, cenar, baños, dientes, cuentos... Léase el punto número 1. Tiempo total final de la actividad programada: 10 minutos.

          5. "El Muajaja". Habéis acostado al niño (y pasado por el punto 1, y el 4 si es sábado o domingo). El niño se ha dormido. Planteáis noche de peli, puede que vino, y puede que un poco de amor. Sorprendentemente el retoño no ha dicho ni mú desde que lo acostásteis, así que vuestra cena romántica ha ido viento en pompa popa... Tampoco se ha despertado a lo largo de las dos horas que ha durado la peli. Os ponéis tontorrones y... y el ánimo se caldea. "Vamos a hacer cosas", pensáis. Pero en cuanto vuestra piel, la de uno con la del otro, entra en contacto, ná, el roce más mínimo, se oye a lo lejos, o cerca, si tienes vigilabebés, un mágico sonido: "¡Mamaaaaa, Papaaaaa!". Efectivamente vas a tener fiesta, pero no la que esperabas.

          Si algo tiene la maternidad/paternidad, es que no te aburres: todos los días hay una sorpresa, nunca nada es fácil ni como esperabas, ya te lo digo. ¡Ay!

          Y vosotras... ¿cuántas veces os habéis dejado las llaves en casa? ¿Cuántos planes no han sido planes al final? ¿Cuántas noches habéis entrado en el bucle del punto 1? Yo mucho, de todo. Compartamos el drama, que así es menos. ;)

          Besitos de madre intentando hacer cosas.

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