Si preguntas a cualquiera por la calle sobre qué haría si tuviera vacaciones mañana, la mayoría de la gente te dirá que irse de viaje, conocer otros lugares, ir a museos, comer fuera... cosas normales. Si preguntas a una madre qué haría si tuviera vacaciones... te contestará que qué son las vacaciones. Drama humano.
Tener hijos, y esto que voy a decir es una obviedad (que me perdonáis porque tenéis el mismo sueño que yo ahora mismo), es muy 24/7/365, vamos, que cada instante de tu existencia de aquí al 2098 (pongo ese año porque imagino que para esa fecha ya habremos palmado todos, salvo que la ciencia lo pete y seamos inmortales -cosa que me parece un coñazo, también te lo digo-), cada segundo de tu vida hasta el final, va a ser un instante de madre (cuidao, que esto también es bonito, maravilloso, de hecho, no vayamos a centrarnos sólo en lo malo).
Una de las cosas que te cambia cuando eres mami es la valoración del tiempo... y no me refiero a la rapidez/lentitud con la que pasa, no, hablo de valorarlo en plan "Ay, cómo te echo de menos, con lo que yo te quería", hablo de atesorar y mimar, como expecie en peligro de extinción, los segundos que te quedan libres a la semana. Si antes de tener churumbeles pasabas horas en el sofá (con mantita, con mantiiiiiita) viendo Anatomía de Grey (o The Walking Dead -en plan premonición de tu careto futuro-), si antes de ser madre te despertabas un domingo con las arrugas de la almohada clavadas en tu rostro a base de horas de sueño, si antes... Mira, que eso era antes, que se acabó, caput, finito, cero, adiós, despídete, esos eran otros tiempos. Con la maternidad las aspiraciones relajísticas se hacen pequeñitas, digamos que soñamos con un "descanso low-cost". Del viaje a Cancún a la ducha de 10 minutos: eso es ser madre. Ja.
Hay un montón de cosas sencillas y mundanas que una hacía antes de la maternidad y que ahora son un mundo, pero que precisamente por convertirse en excepcionales y difíciles de conseguir, también se disfrutan a lo loco cuando por fin puedes hacerlas. Son los pequeños placeres de madre, cosas cotidianas, pequeñas, que hacen que el día mejore, aunque sea un poquito:
- UNA DUCHA DE MÁS DE 2 MINUTOS: El día en que se alinean los planetas y puedes meterte debajo de un maravilloso chorro de agua, sin estar pendiente de la hora, ese día en que te puedes poner hasta mascarilla del pelo, ahí a lo loco, ese día te quedas nueva. La gente "no-padre" quizá no lo valora, pero es un éxtasis. Si en vez de ducha es baño, y sales con los dedos hasta arrugaditos, bueno, bueno, bueno... Lujo asiático en tu hogar.
- COMER: Cualquiera diría que vaya tontería, que comer consiste simplemente en sentarse a la mesa, ir pinchando cosas y llevárselas a la boca. Ya, "ese cualquiera" no tiene hijos. Por eso el día en que consigues empezar y terminar la comida sin haberte tenido que levantar a recoger algo del suelo, sin haberle dado de comer a nadie más que a ti misma, sin acabar con comida en la camiseta, el pelo y el alma... ese es un gran día. Póngame café, copa y puro (de chocolate), que hoy estoy a tope.
- SALIR A LA CALLE A LA PRIMERA: Tal cual. Tener que salir, y simplemente coger un bolso, el tuyo, las llaves y ya... pffff, canela en rama. Cuando te ves en la calle en dos minutos, sin tener que haber peleado con nadie por chaquetas que hay que ponerse, pañales que acaban de ensuciarse sorpresivamente, juguetes que no se quieren quedar en casa... cuando sales tú sola, sin nada más, y ves que has tardado dos segundos, ay, eso es una maravilla sin parangón.
- DORMIR VARIAS HORAS... SEGUIDAS: no hace falta que diga nada más, todos sabemos de lo que hablamos. El nirvana es una cama sin despertador en la mesilla, con "la alarma-mamá" apagada y un bebé que duerme plácidamente 6 horas del tirón (no digo 8 porque tampoco hay que apuntar tan alto, locuras las justas). El primer día que consigues enganchar varias horas de sueño seguidas... ese día te levantas hasta gilipollillas, en plan cerebro secarruto no acostumbrado al confort del sueño. Pero mola tanto... (Nota: Suerte a todas las que todavía no hayáis experimentado este momentazo... ojalá sea muy pronto).
- HACER "COSAS BAÑILES" EN SOLEDAD: porque compartir es bonito, porque tu familia es lo que más quieres, porque tu hijo es el amor de tu vida, porque tu pareja y tú tenéis toda la confianza del mundo... porque todo eso está muy bien, pero un peíto es un peíto y tampoco hay que compartir tanto, hombre ya. Hacer pis y cacota a solas es un placer de los dioses, es algo en lo que no habías caído en tu vida, hasta que dejas de poder practicarlo, hasta que te ves en la tesitura de hacerlo delante de público, un público pequeño que además, si tienes suerte, va comentando tu faena. Bravo.
Y bueno, ya no hablo de ver una película del tirón... porque para qué. Desde aquí animo a las cadenas y productoras a que creen MICROSERIES destinadas al público "mamá-papá", y no por temática, sino por duración: lo que propongo son capítulos de dos minutos, tó lo más, que es lo que tiene uno disponible (y estando en pleno -o semi- uso de tus facultades mentales) al final del día. No me digáis que no es un ideón.
Sí, con la maternidad todo se complica, pero precisamente por eso una aprende a saborear más ciertas cosas, los pequeños placeres de madre... y eso, en el fondo, está muy bien, porque seamos sinceros, tampoco es que antes pudieras irte a Cancún todos los años. ;)
Y tú, ¿cuáles son tus placeres de madre? ¿Qué cosas te dan la vida, aunque sean pequeñitas e insignificantes? Cuéntamelo, a ver si entre todas nos damos ideas y hacemos un "banco de placeres pequeños", jejeje.
Besos de madre que se va a dar una ducha loca con mascarilla y todo. Alegrías capilares de ayer y hoy ;)