El cuerpo de la mujer cambia constantemente (si, el premio a la perogrullada del día es para... ¡mi!). Es alucinante: de niña un día te levantas planita, y al día siguiente ¡plaf!, tienes tetas (más grandes o más pequeñas, pero tetas), una semana después ¡plaf!, caderas fuera...
Lo gracioso es que estos cambios no sólo se producen en etapas concretas de la vida, nooooo, cada mes vivimos el carrusel del humor: me hincho, me viene la regla, me desinflo, estoy estupenda, uy que parece que he engordado, me hincho, me viene la regla, me desinflo... Así hasta el final de los días (o hasta que te llegue la menopausia, lo que suceda antes).
Besitos de madre "navaja suiza"
Lo gracioso es que estos cambios no sólo se producen en etapas concretas de la vida, nooooo, cada mes vivimos el carrusel del humor: me hincho, me viene la regla, me desinflo, estoy estupenda, uy que parece que he engordado, me hincho, me viene la regla, me desinflo... Así hasta el final de los días (o hasta que te llegue la menopausia, lo que suceda antes).
Cambiamos, sí, y ya no te quiero contar cuando te quedas embarazada... y después, sobre todo después. Y dirás, pero si en el embarazo no se puede cambiar físicamente más ya, ¿cómo que "sobre todo después"? Pues yo te lo digo: porque cuando eres madre tu cuerpo deja de ser un mero soporte biológico que te posibilita existir (que no es moco de pavo, por otra parte) para convertirse en... ¡¡¡MAMI!!!
Todo eso, y más, será tu cuerpo cuando seas madre
Besitos de madre "navaja suiza"